Por Mauricio Palomo Riaño*
Caperucita Roja y otras historias perversas, del autor Triunfo Arciniegas, es un verdadero rescate de la memoria infantil. Su primera edición con Panamericana Editorial data de la década de los noventa, y hoy, en esta nueva reedición de la misma casa editorial, se destacan, además de los cuentos que la componen, sus ilustraciones, un trabajo con los colores muy potente y un querer atrapar a los niños, el público que más le ha sido fiel a Arciniegas en su carrera como escritor. El epígrafe, tomado de una cita del gran Charles Perrault, ya expone a Caperucita Roja como una muchacha no tan ingenua.
Por esta galería de tinta el lector transitará por una serie de relatos que no lo dejarán ileso, porque definitivamente reflejan mucho más de lo que su contenido literal manifiesta. Una Caperucita Roja desde una versión antónima, porque es aquí el lobo el que tiene la voz, una voz silenciada por la cultura y por la misma intención inicial del cuento de hadas original, pero que necesitaba ser escuchada, ser leída; pues bien, Arciniegas se preocupa por darle sentir y pensar a la figura más vilipendiada de los cuentos de hadas; el lobo, y resulta que la de aquí es una versión bellísima, de hecho, es un lobo romántico y conquistador, un lobo admirador de la belleza y enamorado de lo imposible; el puro y sincero drama del romántico, el drama de la imposibilidad para amar. Da tristeza el lobo de esta versión, se alcanza uno a compadecer y verse reflejado en su espejo (muchos hemos pasado por estos dramas). Sin embargo, Los tres cerditos volverán a ponerlo en su lugar de origen, tristemente, y seguiremos teniéndolo en la retina como el humillado.
En estos cuentos conseguir princesas de sangre azul es un asunto muy difícil, y, sin embargo, hallamos en ellos princesas reales, de carne y hueso, de cotidianidad, de pies en los asfaltos y de oficio; la princesa Corocora, por ejemplo, que se quedará con el corazón de Fernando VII a punta de matarle piojos y pulgas. Los lectores empezarán a añorar princesas de esta clase en sus casas y castillos. Esto dará el vuelco, usted solo atrévase a entrar en estas páginas, niños y adultos saldrán de ellas fascinados por tantas hadas reales que recorren nuestras calles y ciudades.
Pero, sin duda, lector, y desde lo subjetivo, claramente, el cuento que más cautivará será el del sapito que comía princesas. La redención existe, aunque la fama que nos anteceda sea muchas veces nuestra principal enemiga; nos suele pasar a todos los sapos, por eso, querido lector, tenga usted mucho cuidado de andar por ahí dando besos equivocados. Ni la historia patria se salva aquí: hay muchos sapos en ella, encantados por brujas malhechoras. Los sapos que no hemos tenido fortuna aín en el amor seguimos en la búsqueda invisible de nuestra propia Flordemivida. Un día se producirá el beso verdadero y sabremos entonces dónde estará para siempre el lugar de nuestra casa.
Los cuentos de Triunfo Arciniegas son cuentos de amor, un amor elemental y, sin embargo, potente y diáfano, con todo y las virtudes y los defectos que existen en este afecto cuando empiezan a construirse los vínculos amorosos; no son cuentos idílicos, y por fortuna que no lo son, son cuentos tan reales que cuando uno cierra el portón de su casa después de haberlos leído, puede identificar claramente y con sencillez al sapo de la esquina y a la princesa más linda de la cuadra.
Dosis de humor también acompañan las páginas de este libro y, al hibridarlo con la poesía, se percibe maravillosa la reinterpretación de los relatos originales. Este ejercicio es metaliterario, es combinar otros cuentos entre los mismos cuentos y lograr en medio de futuros bonitos, árboles de medallas, secretos inenarrables de princesas temerosas de encontrar el amor, no de añorarlo, una apuesta que ya lleva más de treinta años en las pupilas de lectores de varias generaciones, una genialidad literaria que no nos podemos perder.
El guiño a la bella durmiente desde un anuncio en el periódico, la princesa que resulta ser bizca al despertar, y la carcajada del lector al saber este detalle que el cuento original jamás nos reveló, porque quizá le dio miedo reñir con el estereotipo, nos hacen, incluso, cuestionarnos. ¿Iríamos por un beso de la hermosa princesa reconociendo el oculto defecto debajo de sus párpados? Esto es una locura de tinta, una locura feliz. Cuando despertó, el idilio ya no estaba allí.
Radiografías de desamores inmediatos, palacios cogidos de ruana por fiestas ampulosas, recursos inusuales en las narraciones, idioteces de príncipes que no saben por qué tienen que casarse, poesía salpicando la prosa, las hermosas razones de un lobo silenciado por la historia y hasta el mismísimo Pedro Navajas que aquí no se salva y sale a bailar por estos renglones cargados de imágenes reales e inverosímiles, según el lector que se le asome, están a la orden del día en Caperucita roja y otras historias perversas.
Los homenajes a grandes de la literatura también se aprecian: cabalgan por estos reinos Kawabata, Vargas Llosa, García Márquez y Sabines.
Una última invitación, si es que toda esta nota ya no lo ha sido, es a que el lector no se pierda a BlancaNieves salida de los paisajes de su cuento prolífico y deambulando en bicicleta con una camiseta de los Rolling Stones por las calles atestadas de visajes de San Victorino. Esta imagen, en serio, es imperdible.
A partir de juegos intertextuales, Arciniegas resignifica los personajes emblemáticos de los cuentos de hadas tradicionales, ubicándolos en contextos espacio-temporales disímiles. Así, es fácil encontrar princesas en calles comerciales de ciudades tercermundistas, cafés atendidos por escritores del Boom que no llegaron al reconocimiento, princesas y príncipes con todos los defectos físicos alimentados por los estereotipos, bellas durmientes bizcas, príncipes idiotas, protagonistas pobres, sapos mujeriegos en busca del verdadero amor, etc. Se busca desde el humor y la resignificación inusual desde lo literario dar apertura a los cuentos y por extensión al hábito lector, una manera genial de acercar la literatura a la infancia desde historias jocosas y sugestivas que logran el impacto positivo en el lector. El público más genial de Triunfo sigue siendo el corazón de los niños.
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*Escritor, gestor cultural y docente.