Cartas de Octavio Paz a Tomás Segovia



Publicamos esta reseña incluida en el PdL 17 de Filbo 2023, a propósito de los 110 años del nacimiento del escritor mexicano Octavio Paz, nacido el 31 de marzo de 1914.

Por Jesús Rodríguez ·


Cartas a Tomás Segovia (1957-1985) ·
Octavio Paz. 
200 páginas.
Fondo de cultura económica,
México D.F. 2008.

Se trata de un libro epistolar póstumo, que vio la luz gracias a la dedicación personal de Marie José Paz, viuda y depositaria del legado del Nobel. El destinatario, Tomás Segovia, fue un poeta mexicano nacido en España, perteneciente a la generación de Nepantla, una camada de autores cultivada en el aroma del exilio y la herencia española. Educado en la UNAM, mantuvo, por años, una amistad intelectual y política con Paz. Colaboró con la revista Plural, pero se alejó por razones ideológicas. Segovia estaba echado un poco más la izquierda. La publicación de las cartas de Paz es un homenaje a la amistad, valor supremo, pero también tiene el propósito de permitirles a los lectores asomarse a las vicisitudes y preocupaciones cotidianas del Nobel. Su preocupación central es, como no podía ser de otro modo, la literatura de la lengua española. Es una causa compartida por muchos y la razón es evidente: es una literatura vacilante, desnutrida, cuyo siglo de oro tuvo lugar hace demasiados siglos. Lamenta el desánimo y la pasividad de América Latina, así como la ausencia de un centro de literatura hispánica, que aglutine escritores y editores. Madrid ha vuelto a ser un villorrio, Barcelona es catalana, Buenos Aires peca de cosmopolita y la Ciudad de México se le antoja demasiado nacionalista. Del resto, nada que escoger. «Las otras capitales no cuentan», afirma en una de las cartas. No sorprende, pues, que se vea en la obligación de ejercer la redención. Se siente llamado a otorgar un poco de dignidad al mundo hispanoamericano. Es un deber: 


“Querido Tomás: ¿no crees que todos nosotros, hablo de los que piensan y escriben en español, tenemos un deber: dar la cara, puesto que nuestros gobernantes y generales prefieren mostrar las nalgas?”.


El papel de redentor lo va a desempeñar en diversos frentes, pero el principal, desde luego, es el de escritor genial. Eso no lo dice en las cartas, se intuye. Pese a su causa —la literatura en letras españolas—, no oculta la influencia gala y surrealista. “En suma, sí, lo confieso, soy afrancesado” le revela a Segovia. En sus visitas a París, quedó encantado con André Breton y no puede, ni quiere, escapar de su poderosa fuerza de gravedad. “…me afectó profundamente y cambió mi manera de ver lo que llaman escritura poética”. Paz se matricula en el surrealismo, aunque trata de matizarlo: “en sentido estricto no soy uno de ellos pero no me siento ajeno a ellos —ni creo que ellos se sientan del todo ajenos a mí” […]“No renegaré nunca de un movimiento que se propuso instalar de nuevo la poesía en la vida y animar la vida con la poesía”. Sin embargo, se pueden rastrear, entre líneas, otras influencias. La más notoria es la de Rubén Darío. Su referencia es fugaz, pero se puede percibir su poder y preeminencia. Lo que siente frente al Océano Indico, lo compara con lo que sintió Darío frente al Mediterráneo. Cuando le envía dinero no solicitado a su amigo en apuros, le pide que no se ofenda, aunque sabe que, en efecto, es una humillación, por lo que recurre al dios de los poetas latinoamericanos: “recuerda que Rubén Darío le prestó dinero varias veces a Antonio machado”.



La siguiente tarea que afronta es más humilde, la de pre-lector o, como se le llama ahora, lector beta de su amigo Tomás, en la que hace malabares lingüísticos para entregar una opinión ecuánime. También la de agente literario, la ardua tarea de convencer al empresario-editor de que malgaste su dinero en una persona que insiste en ser escritor: “me da mucha pena que los editores hayan rechazado tus libros —le consuela—. Le escribiré a Barral o las hermanas de Camilo José Cela, que acaban de fundar ediciones Alfaguara”.

El subsiguiente frente es fundar una revista. A través de las misivas, va dorando la idea. Lo primero es no repetir los errores de las otras revistas literarias del continente (Revista de Occidente, Sur, Cruz y Raya, Periódico de libros, etc.), cuyo propósito central era poner al día a la gente con Heidegger, Breton, Joyce o Malraux. En Plural, la revista que está por nacer, se dará prioridad a examinar la realidad hispanoamericana, sin contaminarse de política. Tarea que suena a misión imposible. “Revista de literatura ante todo y sobre todo”. Una revista abierta a todo, pero con filtros: no se aceptarán eclécticos, gobiernistas ni opositores empedernidos. Una revista generosa, pero al mismo tiempo, rigurosa. Un paradójico rigor generoso. También se diferenciaría de sus predecesoras, en alejarse de los falsos nacionalismos lingüísticos y de cualquier otra naturaleza, para asumir una actitud crítica.

Y enfrenta, como todo mortal, las afugias económicas. En el mundo hispano, las revistas literarias no son autosustentables, deben ser sufragadas por mecenas o por el estado. Sin embargo, Octavio ya es una estrella del firmamento, hace años se consagró con la publicación del Laberinto de la soledad, por lo que no es un menesteroso cualquiera, sino un «limosnero con garrote». Pero limosnero al fin y al cabo. Y debe pasar el sombrero por los oscuros recintos del PRI y al PRI le gusta hacerle favores a los intelectuales.

Además de dinero, en esos sótanos también solicita otros favores. Algunos en el límite de la ética. La carta fechada el 14 de diciembre de 1960 contiene un dato sorpresivo. Intercede por unos poetas «solitarios e intrépidos» de Argentina, entre ellos Alejandra Pizarnik. Le implora a Segovia, entonces director de la Revista Mexicana de Literatura (RLM), que publique algo de esos muchachos. A cambio, le propone ayudar a la revista, que pasaba por un mal momento. Le plantea la posibilidad de escribirle a la Secretaría de Relaciones Exteriores, para que compren ejemplares para las embajadas: no es un acto impecable. No obstante, Paz lo expresa de manera natural y tiene la certeza de que al director le parecerá igual de normal. Pero es consciente del pecado, porque lo justifica: “Hay el antecedente de que ya la secretaría ayudaba a la RLM, en época en que la dirigía Carlos Fuentes” (pág. 22).
El detalle puede cobrar importancia si se tiene en cuenta el panorama actual. Enrique Krauze, su discípulo más destacado, ha sido acusado de algo similar. Hace poco, el propio presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, verdugo del PRI, mencionó el asunto en una de sus «mañaneras»:

Él me llamó ‘el Mesías Tropical’. Y ahora está muy enojado porque su revista, pues, estaba subsidiada por el gobierno, se compraban como ocho mil revistas, que se llama la revista Letras Libres, cada mes, más otras cosas, se les compraban libros, servicios de todo tipo, una empresa editorial muy exitosa (Redacción El Universal, 2020).


La pureza literaria termina, finalmente, contaminada de política. De política turbia. En sus últimas misivas, Paz aborda la salida de Segovia de Plural. Tomás lo acusa de hacerle el juego al gobierno y de colaboracionista con el PRI. Es una acusación exagerada. “Paz había entendido que su dependencia personal de la filantropía oficial había inhibido su capacidad crítica” (Krauze, 2011, pág. 241). Desde la izquierda, dedicó su vida a causas nobles: la literatura escrita en lengua española y el desarrollo de América Latina. Pero fue mal comprendido por la izquierda mexicana y, en general, por la latinoamericana. Tuvo la formación y la inteligencia suficiente para rechazar las revoluciones radicales y optar por las reformas. El PRI se había perpetuado en el poder gracias a los logros de una revolución liberal, pero su derrocamiento no implicaba la destrucción de sus logros. La última carta para Segovia fue en 1985, procedente de un sabio de más de setenta años, que se encontraba más allá del bien y del mal.

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Referencias


Paz, O. (2008). Cartas a Tomás Segovia. México D.F.: Fondo de Cultura Económica.
Redacción El Universal. (11 de Septiembre de 2020). "No me iré nunca", responde Enrique Krauze a Taibo II. El Universal.
Krauze, E. (2011). Redentores. Bogotá: Debate.


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