Colombia: Hegemonía de la supervivencia

Por Carlos Andrés Almeyda Gómez



Colombia: Una nación a pesar de si misma
David Bushnell
Planeta editorial
432 páginas





En un conocido documento, publicado no tan recientemente en EEUU por la revista The Economist1 y vertido al español por la revista Semana, un grupo considerable de expertos politólogos e investigadores realizó un análisis del conflicto colombiano a partir de la debacle social inherente a los enfrentamientos armados a lo largo del territorio. Dicho estudio tuvo la propiedad de ser quizá el más fidedigno documento presentado sobre el particular, visto por observadores internacionales y catalizado por la sobriedad de un estudio que no dejó ningún punto al azar y que además resulto de gran valía para la comprensión del problema por parte de los estamentos nacionales. En uno de sus apartes, los investigadores traen a colación las palabras de David Bushnell, historiador norteamericano dedicado a la investigación sobre nuestro país, al decir que Colombia es “el menos estudiado y quizás el menos comprendido (por los extranjeros) de los países de América latina”. Dichas palabras hacen parte de la introducción liminar del libro Colombia, una nación a pesar de sí misma (2), estudio realizado por el historiador de Harvard, actualmente profesor emérito de la Universidad de California, David Bushnell, quien se dio a la tarea de realizar una historia de Colombia a través de la óptica de un investigador -extranjero a su desarrollo y sus conflictos- que no pretende realizar “una historia completamente objetiva” ya que “si bien la total imparcialidad es deseable en el campo académico, en la práctica humana resulta imposible.”

Puede incluso preverse la labor historiográfica que se realiza de manera externa como una forma un tanto más neutral de tratar todos aquellos iconos que para el investigador local resultan materia inapelable pero que al ser revisados desde fuera cobran un matiz más real en tanto la historia tratada o develada se presta para una revisión espontánea y locuaz. Bushnell no pierde el tiempo al realizar un trazado retrospectivo cuyo énfasis se encuentra en la Colombia moderna como territorio ambivalente y complejo en donde su labor llega a tomar una beligerancia mayor que la de otros trabajos de similar factura que otros compiladores y escritores realizaron con antelación. El principio básico de toda ruptura con el canon de los historiadores colombianos, sucede en la medida que este trabajo cobra matices de ensayo, en tanto la historia no es su pretexto para dirimir sino su objeto fundamental para argumentar. Esto es, encontrar en los recovecos de una historia plagada de galimatías y pugnas políticas, los elementos necesarios para una revisión veraz de esa Colombia –que para la práctica investigativa merece tanto de objetiva enunciación como de partícipe y subjetiva interjección- en cuyo desarrollo como nación puede el lector común develar las taras de una crisis que no cesa de mostrarse en sus diversas manifestaciones. Así las cosas, una elaboración foránea y académica se hace aún más necesaria que los propios documentos que reposan en los archivos de la nación sin llegar a ser consultados abiertamente, ya que de una u otra forma la historia de Colombia no es un tema tan fácilmente equiparable.
Lo primero que viene a consideración es su título. Ya sea por que la traducción al español deja cierto aspecto fuera de él, al omitirse una parte que en este caso responde algunas preguntas alrededor de las imprecisiones –o más valdría decir, revisiones superficiales- de la historia anterior a la formación del territorio llamado propiamente como Colombia y que ameritarían un análisis antropológico detallado si no fuera por la condición que tiene su autor como “decano de los colombianistas norteamericanos”. El título que se omite reza The Making of modern Colombia (La formación de la Colombia moderna) y explica el porqué de la no profundización en los ítems anteriores al objeto principal del libro. Sin embargo, en su versión española los editores han preferido subtitularlo como De los tiempos precolombinos a nuestros días, cuando en realidad no es mucho lo que este libro llega a decir acerca de las culturas precolombinas en el territorio. El libro hace apenas un leve recorrido por las culturas indígenas así como sobre ciertos episodios de la conquista y la Nueva granada, enfatizando el rumbo de la investigación en el desarrollo político del país ya hacía mediados del siglo XIX.
En su libro La búsqueda del equilibrio (3) Ana María Falchetti enuncia aquellos problemas que en cierta medida han debilitado la relación de los pueblos indígenas con el sistema occidental que gobierna nuestro país. En la medida que se compila información referente a las culturas indígenas se debe no solo consignar hechos que den cuenta de ciertas tradiciones etno-culturales, relatos de ritos y leyendas fundacionales y destrezas orfebres o agrícolas, también es necesario profundizar en su contexto como grupo y en sus mitos y sistemas político y religioso. Por un lado, los preceptos cosmogónicos (el mito de creación), los antropogenicos (El surgimiento de su comunidad) están loablemente afianzados en cualquier actividad que comprometa su supervivencia o el sostenimiento de una riqueza que Colombia aún ostenta en nuestros días frente al resto del mundo. David Bushnell se refiere a ciertos sacrificios muiscas y dedica apenas una veintena de páginas a los antecedentes indígenas del país. No está de más enunciar que en el desarrollo del libro el tema indígena está presente en buena parte de los sucesos que han marcado la historia de los países del nuevo mundo, luego de la mutilación cultural por parte de la colonia española. Recogidos a través de los últimos 30 años, los testimonios de las comunidades compilados por antropólogos de todo el mundo, son garante de una supervivencia cultural que en el campo historiográfico resultan de un valor inestimable, ya que dentro de los conflictos y querellas políticas que ha padecido el país el tema indigenista ha quedado en buena medida fuera de discusión, pese a no haber representado durante mucho tiempo un grupo étnico realmente protegido por la constitución, aunque en la actualidad su inexistencia como sociedad esté ya revaluada por su notoria participación en el sistema democrático y en los órganos legislativos.
Para el académico, resulta de vital importancia la exploración histórica alrededor del país como republica conformada tras un proceso independentista y en ello ha invertido buena parte de sus investigaciones, en las que sobresale como epicentro la argumentación sobre la travesía de Simón Bolívar así como el desarrollo político en el país en las tres ultimas décadas, el fenómeno de la violencia y el anterior proceso y consecuente guerra civil llamado el bogotazo, el asesinato del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán ocurrido el 9 de abril de 1948 en plena carrera séptima de Bogotá.

Para un libro que se traza como “la primera historia de Colombia escrita originalmente en inglés”, resulta valorable la atención que se presta a los diversos ítems de su constitución como territorio y la exposición cronológica que Bushnell teje a la par de ubicaciones espacio-temporales sobre lo que acontece fuera de las fronteras demarcadas por el objeto de la investigación. El autor nos pone al tanto de lo que ocurre en México o en Europa a la vez que sus exposiciones entran en materia, esto es, el clima político en el país desde finales del siglo XVIII. Para David Bushnell, la presentación de algunas características aparentemente menores, como el tamaño de la biblioteca de Antonio Nariño, le colocan en algunos trechos del libro, cerca a anteriores historiadores como es el caso del padre de la historiografía tal y como la conocemos hoy día, Herodoto. Dicho recurso resulta indispensable, ya que Bushnell ha querido captar la atención del publico extranjero, ávido de un acercamiento inteligible con la historia de un país en aras de hacerse a una imagen internacional conciente y documentada.

Para Bushnell, la cuestión independentista en Latinoamérica llama más la atención que otros aspectos anteriores, pionero de esta suerte de trabajos investigativos ha realizado sesudas investigaciones sobre Simón Bolívar o el general Santander empeñado en rastrear una historia que para él no había sido objeto de estudio como sí lo fue en su momento la historia mexicana. “En años recientes, sin embargo, se ha dado un auge de los estudios de historia socioeconómica y cultural, y esto al parecer ha incidido negativamente en el estudio de la época de la independencia, de acuerdo con el criterio algo equivocado de que la emancipación no conllevó hondas transformaciones sino en las relaciones políticas”4. 

Vale la pena hacer precisión en lo referente a la fallida conspiración contra el régimen bolivariano hacia finales de 1828; endurecida dicha dictadura, el clima político parecía caldearse hasta el grado de mostrar un sincretismo político que hasta el presente ha debilitado la imagen de esos extremos políticos que no tienen una silueta reconocible, es decir, el comportamiento político no ha tenido más asidero que las circunstancias cambiantes de una política partidista a medio hacer –se puede leer el aparte sobre las guerras liberales y conservadoras que le significaron al país un importante número de vidas- así como una política penal que aún hoy tiene en su haber la posibilidad del exilio o aún más sorprendente, la noción de pena y olvido como salida posible para una arbitraria desmovilización de los actores del conflicto en nuestro territorio.

El fenómeno de la violencia en Colombia no tiene por estratagema las movilizaciones sociales o la guerra civil en su más compleja forma, como posibilidades democráticas. Los levantamientos han sido controlados pese a no haber existido en el país una idea unilateral ni una conciencia civil radical o sostenida a ultranza a la hora de provocar esos cambios sociales de rigor. Puede por ende, verse el problema que la resolución de conflictos tiene en un Pals como Colombia, ora su diversidad cultural y política por la cual muchos lugares y territorios del país figuran como una suerte de pequeña polis, que actúa a la sazón de su incomunicación terrestre –rutas demasiado prolongadas por tierra, carreteras con problemas técnicos, inseguridad vial-, situación que desde la constitución del estado, matizaba el sismo existente entre las poblaciones rurales y las urbanas, así como entre diversos órganos de control político cuyas divergencias el país sigue afrontando hasta la actualidad.


Puede que para Bushnell, el centro de un problema en avalancha tenga su centro en la segregación socio-política de los territorios de la Nueva Granada, así como en la republica de Colombia que repitió tal fenómeno a expensas de una política social y cultural inexistente, si bien otros problemas de índole jerárquico seguían sin resolverse.

El proceso constitutivo de una nación como tal, corresponde a la época de 1832, momento en el cual se instituye la primera constitución de la Nueva Granada, un documento “similar a la constitución de la Gran Colombia” en cuya normatividad la democracia quedaba supeditada a una tesis más bien republicana. Los índices de empobrecimiento, la segregación y las mutilaciones culturales, fisuras sociales irreversibles, darían cierto poder las clases sociales emergentes que dictaminaban el rumbo de los poderes gubernamentales. Sin embargo, Bushnell hace notar hasta que grado aquellas prioridades administrativas –adaptadas en su gobierno por el general Santander- llevaron al traste un conflicto de intereses que iría creciendo conforme los escollos del gobierno. Así mismo, vale la pena resaltar un fenómeno que la historia reciente del país ha dado en llamar desmemoria política y por el cual siempre hemos elegido nuestros gobernantes aún pasando por alto anteriores faltas o hechos por los que se supiese de su ineficiencia en el poder. Asumir un país a través de la amnesia es para la democracia, síntoma de desequilibrio y agravante para la ejecución de un sistema de gobierno que permita salir avante de la debacle social que la historia ha consignado fielmente como común denominador de nuestros procesos políticos.

Bushnell acomete en la tarea de realizar en Colombia, una nación a pesar de sí misma, más que una toma de pulso a los paradigmas de nuestra formación cultural o social, una revisión medida del devenir político sin tomar partido de manera determinista o excluyente, nombra los hechos, anota ciertos aspectos paralelos y enuncia con tono particular ciertas anomalías históricas que puedan presentársele en el curso de su trabajo de compilación y posterior análisis.

Para Bushnell la situación colombiana frente al resto del mundo sufre un grado de incomunicabilidad bastante crónico, ya que Colombia no ha sido políticamente equipárale a otros países de nuestra cercana geografía, bien sea el caso de los procesos democráticos en otros países o la falta, según dictamina el profesor, de dictaduras militares o serios movimientos populistas que le colocasen en el ojo del huracán y la opinión pública.

No está de más enunciar que en efecto Colombia sí ha padecido de enfrentamientos de gran envergadura y de conflictos sociales que sin embargo ni responden al común denominador de otros problemas sociales en el continente.

“Colombia does not fit the stereotypes and “models” conventionally used to discuss Latin America: almost no military dictatorships, a weak political left, and the lack of a serious “populist” movement”. 

No obstante, resulta falaz hacer este tipo de afirmaciones justamente en el momento en que el país lleva sufriendo de un enfrentamiento armado sin tregua y padeciendo así mismo del flagelo del narcotráfico por el cual sería difícil no darnos a conocer en el resto del mundo. En la medida que el catedrático Bushnell aclara el porqué de la poca información preexistente en el campo histórico sobre el país salta a la vista el hecho de tener al fin resuelta tal paradoja. En el ultimo tercio de siglo, una cantidad nada desestimable de investigadores, antropólogos, organismos internacionales se han dado a la tarea de refrescarnos la memoria así como autores nacionales que han hecho importantes aportes al trazado de nuestra historia, como es el caso de Indalecio Lievano Aguirre, escritor colombiano que Bushnell califica constantemente como un autor “revisionista”. Vale la pena volver a lo que atañe a la época colonial, mencionando que Bushnell acusa a Lievano y su libro Los grandes conflictos sociales y económicos de nuestra historia, de mostrar “una provocativa pero poco documentada documentación” acerca de lo que concierne a la población indígena, cuando en realidad es poco lo que Bushnell hizo en su investigación por ellos. Nombra, sin embargo, a Juan Friede como un estudioso que sí da su lugar a los indígenas en su estudio "Los indígenas bajo la dominación española" (1974).

The Making of Modern Colombia está dividida en once grandes capítulos. Apenas un número menor de páginas son dedicadas aquí a la relación en la conquista entre los pobladores nativos del territorio y los españoles, aunque se menciona con cierto detalle la devastación ecológica y el saqueo de las riquezas minerales existentes en la América indígena.

Tras la mascarada de la independencia surge en la historia de nuestro país un confuso proceso legislativo que parece sintetizar todas las falencias gubernamentales, políticas y sociales de la actualidad. La historia de la democracia en nuestro país tiene un singular nacimiento, si bien su proceso de conformación legislativa pasó por variadas y complejos reordenamientos. La constitución planteada en 1821 tiene como documento la propiedad de ser un tratado de normas cuya plena consecución no pudo ser, en la práctica, ejecutado cabalmente. Tal es el caso de la reforma constitucional de 1991, cuyos altruistas propósitos aún llevan como lastimera verdad una no aplicación real, aunque sus más firmes leyes sean hoy día garante de un poder popular que acude a ella para garantizar sus derechos como población civil. Estas constituciones se explican en el libro de manera general, así como la reforma que permitió a la primera mujer ejercer su derecho al voto, en la época de la dictadura del general Rojas Pinilla.

Aquellos alcances democráticos de una constitución pro-civilidad se siguen perdiendo en un sistema de gobierno que ha dado paños de agua tibia a los problemas sociales que hoy día han explotado irremediablemente. Una investigación como la del profesor Bushnell puede servir de sostén para que las inspecciones de la opinión internacional se vean fundadas en argumentos de índole formal, como lo son todas estas anomalías en la construcción de Colombia, como ente propiamente dicho. De ahí que todos estos agravantes en los procesos históricos devengan para nuestra actual “democracia” en un serio galimatías cuyo mayor enredo sigue siendo lo que a las políticas gubernamentales y sociales se refiere. Una población en constante desplazamiento y un estado de derecho cuyo status quo aún sigue repuntando por encima de aquellas figuras sociales que la nueva constitución defiende tan tajantemente.
Para el profesor Bushnell, aquellos problemas concentrados en el albur de la independencia y de su más importante preservador, Simón Bolívar. Sin embargo, la pregunta planteada es la de hasta que punto los brotes taimados de rebelión dieron lugar a una bomba de tiempo que aun hoy día no ha evolucionado lo suficiente para hacer explosión. 

“Los gobiernos estaban en proceso de moderar las originales ambiciones de cambio en una actitud que obedecía al aumento de las tensiones políticas y al hecho de que los recursos materiales con que se esperaba contar eran en realidad mucho menores” (Bushnell. Pág. 103). 

Algo que se puede sintetizar en la expresión “una falta de habilidad ejecutiva y de interés por preservar el bienestar social”.

Para el profesor es objeto de estudio el comportamiento sosegado de las justas civiles en el territorio cuya reacción en masa debió de haber provocado amotinamientos más significativos que los dados en el proceso de nuestra historia y, porqué no, en la actualidad: dictaduras moderadas que en el campo internacional no fueron tan difundidas como otras que en la Latinoamérica de siglo XX (véase al general Noriega, Fujimori, o en un caso más reciente, al mandatario venezolano, Hugo Chávez) tuvieron una beligerancia más altisonante. Procesos sociales más sonoros (Argentina y su caída económica en el 2000) o resoluciones a tomas ilegales allanadas por gobiernos mucho más osados y contundentes, todo en nombre de la gobernabilidad y el poder de la democracia adquirida. Como muestra se pueden citar casos extremos en la historia colombiana que, sin embargo, no tuvieron la resonancia de otros hechos foráneos a nuestras fronteras. La toma de la embajada dominicana y la quema del palacio de justicia, ambos hechos a manos del ya desmovilizado M-19.

El comportamiento de la actual Colombia se puede interpretar a través de hechos anteriores, pero de ninguna forma estos procesos sociales mencionados en el libro de Bushnell pueden ser ligados a ciertos eventos actuales a no ser hurgando de manera más especifica en el problema que suscita hoy día el fenómeno de las autodefensas o la disgregación político-militar de los ejércitos ilegales otrora bandera de un nuevo comunismo latinoamericano y hoy día nominados como frentes narcoterroristas con una desvaída posición social.

El experimento de La Gran Colombia, la revolución liberal de mediados del siglo XIX y la posterior reacción conservadora, esto es, la violencia bipartidaria que dejara desde entonces en el país un aire de confrontación, lastimosamente viva hasta nuestros días, ya en la figura de la guerrilla y los grupos de autodefensa en choque con el establecimiento y sus fuerzas armadas, la mutilación cultural, el desplazamiento y las innumerables bajas civiles. Los capítulos siete al once se refieren ya al siglo XX –casi la mitad del libro- la política interna y el establishment económico que ha significado la producción de café, el petróleo y otros minerales de importancia en el exterior, la republica liberal (1930-1946), el fenómeno de la Violencia (1946-1957), el frente nacional (1958-1978), y claro, aquel periodo que Bushnell denomina the Latest Era –en la traducción, la última etapa-(1978 hasta el presente, esto es, 1994).

Bushnell confronta ciertos aspectos políticos por sus consecuencias notorias a mediano plazo como es el caso del frente nacional instituido luego del derrocamiento del general Rojas Pinilla. Quizá estas confrontaciones de las que hace mella el libro en varios apartes, deban ampararse no solo en los libros de historia a los que el autor hace alusión en su extensa bibliografía. Pede además acercarse a disímiles lecturas que en dado momento pueden inclinar la balanza no a favor de una causa determinada sino en pro de su bien intencionada investigación. Para el caso concreto del general Rojas Pinilla, lecturas algo más novelescas aunque no por eso menos relevantes pueden servir de puente para el objetivo central de su estudio, tal es el caso de Los días del miedo(5), novela aparecida en 2001, del autor Antonio Montaña o tantos otros libros de factura local presentados por Intermedio Editores. El autor subraya la capacidad que tienen los colombianos de adaptarse a los disímiles niveles de violencia que ha padecido el país haciendo énfasis en lo que a conflicto armado y trafico de drogas se refiere así como a los desordenes económicos en los cuales coloca especial atención (1975-1990).

Hay en la parte final del libro, la necesidad de acudir a libros externos a la investigación de Bushnell ya que no se profundiza como debiera en iconos de la más reciente historia política del país. Sucesos como la quema del palacio de justicia por parte del M-19 son tratados someramente sin llegar a explicar más que lo superficialmente conocido. Así mismo la desarticulación de dicho movimiento guerrillero queda reducida a cinco tristes líneas que no exponen los pormenores de una negociación tan importante para entender lo que hoy día ocurre con las FARC, el ELN y las autodefensas en los 'procesos de paz' adelantados por el actual presidente de la republica, Álvaro Uribe Vélez y su comisionado de paz, el psiquiatra y escritor caldense Luís Carlos Restrepo.

Bushnell alude en las notas bibliograficas a los manuales existentes para su investigación. No obstante, sus fuentes pecan de limitadas y sólo dispone en inglés de textos de educación secundaria y otros libros nada despreciables para un estudio de grandes magnitudes, sólo que su referencia no responde del todo al contenido de un libro cuyas páginas pueden incluso haber triplicado el trabajo entregado. Hace especial énfasis en la cantidad de estudios económicos existentes, razón por la cual quizá su obra no carezca de suficientes datos de este tipo.

No está de más decir que para el lector extranjero la aparición de The Making of Modern Colombia ofrece la oportunidad única de acercarse a los dilemas de una nación aún en construcción. Bushnell no se precipita a especular ni elabora teorías descabelladas o amarillistas sobre el futuro desarrollo de los problemas actuales. Quizá sea también por tener para hoy día una distancia considerable de casi 10 años con los actuales sucesos políticos y sociales. Habría que pedir al profesor Bushnell una continuación adherida a este trabajo, tal y como lo atestiguan sus frecuentes intervenciones en diarios y universidades norteamericanas, solo que en la mayoría de los casos, su trabajo esté vinculado más al periodo posterior a la conquista –en su área investigativa actual- que a la resolución o enunciación de nuestra reciente debacle socio-política. . The Making of Modern Colombia ofrece una interesante síntesis política y un estilo narrativo que posibilita una lectura aligerada, fuera del marco comúnmente equiparable a los trabajos de esta índole. En la actualidad pueden verse otros trabajos que complementan la tarea emprendida por Bushnell en aras de compilar una historia detallada de Colombia. Como es el caso del libro Colombia, una tierra fragmentada, una sociedad dividida de los investigadores Frank Safford y el ex-rector de la Universidad Nacional Marco Palacios (6). gobiernos, aún desde la primera etapa posterior a la independencia. Sus tres cordilleras sirvieron en dado momento de imponentes murallas para lo que a comercio y sistemas de regulación gubernamental se refiere. Quiere decir esto que desde épocas anteriores a lo que hoy divide el territorio, ciertos aspectos demográficos impidieron en buena medida la concentración del país de forma unilateral. Aún Bogotá poco antes del llamado Bogotazo hacía alardes de un sistema europeo que no le correspondía, alejándose sintomáticamente del resto del país. Para tal efecto, los investigadores mencionados, Bushnell, Safford y Palacios, han tenido a bien mencionar el impacto que para el país tuvo la obtención del premio Nóbel de literatura por parte de Gabriel García Márquez (1982). Motivo que rompió en alto grado las barreras circunstanciales entre las costas y el centro del país, acrecentadas además por los movimientos insurgentes que taponan las vías terrestres impidiendo el paso a muchos viajeros, comerciantes e investigadores que muchas veces caen en las manos de las llamadas pescas milagrosas realizadas en las carreteras del país. Macondo, la invención del Nóbel, representa una reestructuración de un país que ha sufrido de falencias en su constitución cultural y que con Cien años de soledad (1967) ha readoptado su carácter de homogeneidad como nación sin perder su heterogeneidad particular. Ese macondo referido rompe los sustratos que limitaban parte de esas culturas que en dado momento se fueron formando como entes independientes, razón por la cual el país tuvo otrora tanta inercia colectiva a la hora de provocar cambios o tan siquiera ponerse al ritmo de otros países latinoamericanos cuyos movimientos populares permitieron un desarrollo social más acelerado. Sin embargo, fuera del contexto de una población más dada a la interacción, ya en el campo formal muchos estamentos y grupos sociales aun esperan que nuestro Nóbel demuestre su beligerancia inmiscuyéndose más en los problemas del país dada su condición de figura prominente. (7)
Muchas monografías originadas desde diversas disciplinas han sido producidas en Colombia en los últimos treinta años. En esta medida, la investigación del profesor Bushnell se suma a todas ellas quizá con el animo de sintetizar un proceso social nada despreciable y una diversidad cultural enorme que le ha deparado tan disímiles y profusos acontecimientos históricos. Interesa sobremanera el tratamiento del catedrático sobre la geografía distintiva del territorio colombiano así como su descripción de los orígenes de los partidos liberal y conservador, la evolución de la economía y la exposición de tablas que permiten realizar una auscultación un poco más detallada del comportamiento económico y social del país en las décadas finales del estudio.

Sin embargo, aún habiendo precisado el carácter político del libro –esto es, en la parte de la historia que se enfatiza desde la mitad del libro-, el autor debería incluir más datos de índole cultural, sobre todo por la incidencia que aquellos movimientos culturales han tenido en el desarrollo de la historia colombiana, incluida dentro de un imponente movimiento artístico latinoamericano que ha seguido como fiel testigo el comportamiento de todos y cada uno de los países que componen la América hispánica y el llamado tercer mundo.

El objeto de una investigación debe proponerse, más que recopilar datos preexistentes, argumentar y disponer de la información para encontrar nuevos rumbos de inspección. Bushnell no comete errores como historiados, en la medida que reúne una detallada bibliografía, envidiable si se ve su procedencia extranjera. Sin embargo, las falencias saltan a la vista en la medida que el tiempo pasa y nuevos trabajos se suman a la biblioteca sobre asuntos nacionales. Indalecio Lievano republicó hace poco su obra adhiriendo quince capítulos en los que allana de cierta forma aquellos terrenos revisados parcialmente y junto a él, quizá gracias a trabajos como el de Bushnell, se ha logrado capturar en la actualidad una enorme cantidad de material sobre el tema.

Habría resultado beneficioso consultar documentos antropológicos para remediar en algo la desinformación cultural que padecen algunos trechos de la investigación. Sin duda, aquellos documentos pueden llegar a reflejar no sólo los rasgos lineales de una sociedad desvaída por sus drásticos cambios culturales sino que podría dar luz sobre aspectos de dimensiones significativas en este tipo de trabajos. En otras palabras, no sólo representar la historia conviene, también es necesario aclarar los móviles de una sociedad determinada en la resolución de sus dilemas, cosa que quizá sí se logra ver en la obra de Lievano Aguirre. Por ejemplo, en lo referente al surgimiento de la izquierda como partido y la aparición de la guerrilla, el autor debió haber examinado con más justicia los procesos sociales que desencadenaron en dicha toma de armas. Investigar por ejemplo libros como La guerrilla por dentro del investigador Arenas o tan siquiera exponer con claridad y sin tantas tablas de valores, la deficiencia gubernamental que ocasionaría la aparición de movimientos al margen de la ley. Lo mismo sucede más adelante con la aparición de las autodefensas, tema que The economist aclaró con más sobriedad y conocimiento de causa. Estos temas devienen en un conflicto en el cual muchos otros factores han de tener incidencia, factores de orden intelectual y legislativo. Deficiencias en las filosofías, conocimiento de causa, particularidades en la población o alienación de ideologías, si de investigar un poco más sociologicamente el problema se tratase y no solo con la linealidad de un historiador que compila y agrupa argumentos sin trazar un marco ulterior para contextualizar al lector extranjero en aras de una mayor comprensión de nuestra compleja situación política y social.

Con el ánimo de representar de alguna forma el camino histórico del país, Bushnell no ha cometido el defecto de especular por fuera de la realidad tratada. Lo que en realidad define su tarea es la minuciosidad con el epicentro de su investigación: la exposición de los vaivenes políticos y sociales, tratados con suma delicadeza y sintetizados con conciencia histórica y un medido conocimiento sobre temas económicos. En diversos medios alrededor del mundo se ha hablado de la capacidad de resistencia de una población civil que pese a la circunstancias se ha mantenido avante ante los estropicios de la violencia y los cambios políticos acaecidos en le país a través de su más reciente historia. Órganos internacionales ye investigadores casuales pueden ver resueltas sus preguntas en la gran cantidad de material disponible sobre historia y situación política en nuestro país, extensa bibliografía de la que hace parte sin duda este libro del profesor Bushnell, trabajo que abanderara todo un proceso posterior de desmitificación para con los espectadores internacionales de nuestra compleja y trastocada realidad.
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3 Falchetti, Ana María. La búsqueda del equilibrio. Academia colombiana de historia. Bogotá, 2003. 268 páginas.
5 Los días del miedo. Montaña Antonio. Intermedio Editores. 2001.
7 Sobre el particular, valga anotar lo que críticos alrededor del mundo han dicho sobre su poca participación en la resolución de los conflictos que aquejan el territorio colombiano. Tal es el caso de Susan Sontag, escritora norteamericana que le instó recientemente en Bogotá a colocarse de parte del pueblo colombiano en vista que otros intelectuales extranjeros ya lo habían hecho, José Saramago, por ejemplo. Otro ejemplo de crítica lo hizo hace un par de años atrás el periodista norteamericano Jhon Lee Anderson en su articulo "The power of García Márquez", publicado en la revista The New yorker en abril de 2001.













PdL